Meditaciones sobre un cuadro
Tengo sobre mis ojos, un cuadro con el que convivo. Frente a mi mesa de trabajo me espera, ofreciéndome cada día el espectáculo de sus colores dominados por un gran desasosiego.
Sin embargo, dentro del lienzo plano, en sus 107 por 72, habita un orden que ofrece una ambientación inquietante,que al contemplarla con espaciosidad y silencio poco a poco va desvelando sus contenidos.
Sucede, que en sus dos tercios superiores hay un alboroto vertical de colores en lucha que alza su movimiento hasta un cielo alarmado.
El tercio inferior es horizontal y sereno. Un gran caudal de agua que marcha tranquila, es el espejo que devuelve al entorno la imagen
de un aire neblinoso de color.
Sobre él, la silueta de barcos rielan. Uno de eslora, posa su línea de flotación sobre los reflejos rayos del cielo, otro de proa, amenaza con iniciar su marcha de frente, alguno más, se deja adivinar en esbozo. Son naves de laboreo.
La propuesta de esta pintura, es el rescate de todo el color -solo el color- que bullía en la Ría de Bilbao
a su paso por Altos Hornos.
La toma está echa desde la orilla derecha y contempla el poderoso colorido de la fragua dantesca que vibraba en la margen de enfrente.
Es singular e irrepetible.
Pablo de la Varga